Y poco a poco las voces de alrededor se fueron mezclando unas con otras, las frases, hace dias comprensibles, se volvieron una maraña de sonidos inconexos, una masa sin forma y sin fondo, sin continente y sin contenido, que ya no decia nada. Y uno tras otro fueron desapareciendo los timbres diferentes, los colores que con los ojos cerrados distinguen a unas personas de otras, la calidad de algunos y el enfado de otros, el nerviosismo rapido de unos y el lento paso al hablar de otros. Los tartamudeos y las convicciones se fueron juntando en un solo murmullo en el que ya no se distingue nada y todo empieza a sonar como el final de un disco que alguien se olvido quitar y todo se transforma en ruido, ruido de errores que solo quieren ser oidos para ver si desaparecen, pero yo ya no voy a escucharlos, porque no me quedan fuerzas ahora mismo, porque se me han cerrado las orejas y ya no escucho nada. Y voy a seguir sin entenderlo por mas veces que me lo repitan.